La figura de las Reservas de la Biosfera sigue consolidándose como una de las grandes apuestas de sostenibilidad, protección ambiental y desarrollo equilibrado en diferentes puntos de España. A lo largo de los últimos días, varios territorios han celebrado hitos clave, tanto en aniversarios emblemáticos como en la consolidación o inicio de nuevos proyectos ligados a la protección de estos espacios y a la calidad de vida de sus habitantes.
Las últimas jornadas han dejado claro que la protección de la biosfera no es tarea exclusiva de administraciones, sino el resultado de un diálogo constante entre instituciones, sociedad civil, sector productivo y agentes locales. Ejemplos de celebración, reivindicación y también aprendizaje se han dado en islas como Gran Canaria, La Palma o Lanzarote, y en enclaves peninsulares como Valencia, la Llanada Alavesa y La Siberia extremeña.
20 años de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria
La isla de Gran Canaria ha conmemorado el vigésimo aniversario de su Reserva de la Biosfera con una sucesión de actividades, exposiciones y muestras fotográficas centradas en divulgar el papel clave de este territorio protegido. Esta reserva representa el 42% de la superficie insular e incluye tanto áreas terrestres como una importante franja marina, abarcando miles de hectáreas llenas de endemismos y una biodiversidad intrigante. Con más de 6.000 especies registradas, más de mil de ellas endémicas, la isla es considerada un auténtico «punto caliente» mundial de biodiversidad.
El aniversario es un recordatorio de la implicación colectiva que exige la gestión de un espacio que, además de riqueza natural, acoge a unas 16.000 personas, cuyo compromiso es esencial para garantizar la protección del entorno y un desarrollo sostenible. Durante estos años, la gestión se ha profesionalizado enormemente, con un instituto dedicado y un equipo multidisciplinar de expertos, que han logrado escalar proyectos y ampliar tanto la financiación como la repercusión social de la reserva.
Gran Canaria se ha convertido también en referente internacional: es la única isla española con un reconocimiento simultáneo como Reserva de la Biosfera y Patrimonio Mundial de la UNESCO, lo que ha exigido desplegar fórmulas de gobernanza innovadoras y coordinadas para armonizar conservación, turismo, agricultura y gestión cultural. Las áreas naturales protegidas en México ofrecen un ejemplo de cómo gestionar espacios similares con éxito.
Todo este esfuerzo se ha visto reforzado, además, por la implicación de la población local, gracias a líneas de subvención para entidades sociales, ecoescuelas, campañas de sensibilización y el desarrollo de rutas e infraestructuras que facilitan el disfrute sostenible del entorno.
La Palma: 42 años entre la conservación y la transformación
La isla de La Palma celebra más de cuatro décadas desde la primera declaración de uno de sus enclaves como Reserva de la Biosfera, un proceso que culminó en 2002 con la protección de toda la isla bajo este sello internacional. Las conmemoraciones han puesto en valor una trayectoria que combina la conservación ecológica con una firme vocación de cambio social y resiliencia.
Especial protagonismo ha tenido la Fundación Reserva Mundial de la Biosfera de La Palma, considerada protagonista en la reconstrucción de la isla tras la reciente erupción volcánica. Más de 140 proyectos han sido impulsados en ámbitos como la restauración ambiental, la eficiencia energética, la custodia del territorio o la agroecología, muchos de ellos financiados por fondos europeos y ejecutados con total transparencia, según subraya el Cabildo insular.
El aniversario ha traído también reconocimientos, como el nombramiento de Embajadores de Buena Voluntad y homenajes a ciudadanos comprometidos con el patrimonio natural y cultural local. Además, se ha presentado una hoja de ruta orientada a fortalecer la adaptación climática, la educación ecosocial y el arraigo de los valores tradicionales en un contexto global marcado por la crisis y la transformación cultural.
Lanzarote y La Siberia: impulso a la participación y la sostenibilidad
Por su parte, la Reserva de la Biosfera de Lanzarote ha dado un paso más aprobando bases reguladoras para nuevas subvenciones dirigidas a entidades sin ánimo de lucro de Lanzarote y La Graciosa. La finalidad de estas ayudas es fomentar proyectos que impulsen la biodiversidad, la economía circular, la restauración ambiental y la sensibilización sobre los valores del entorno protegido. El proceso será competitivo y se priorizarán iniciativas alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
En el caso de La Siberia (Badajoz), la Diputación Provincial acaba de sancionar el reglamento de su Consejo General de la Reserva de la Biosfera, un paso indispensable para acceder a fondos europeos y fortalecer la gestión de una comarca especialmente afectada por la despoblación. El debate político ha estado presente en el proceso, aunque las administraciones implicadas muestran voluntad de consenso y de dar continuidad a un proyecto clave para el desarrollo rural, la conservación y la innovación social en el medio extremeño.
Valencia y Llanada Alavesa: procesos participativos en marcha
En el litoral mediterráneo, Valencia ha retomado el proceso de candidatura de la Albufera para obtener la declaración como Reserva de la Biosfera por la UNESCO. Las últimas semanas han estado marcadas por reuniones técnicas y jornadas de participación orientadas a recoger la opinión de todos los actores que conviven en este paraje de valor ecológico, agrícola y cultural incalculable. La integración de usos tradicionales como la caza, la pesca y la agricultura es fundamental en este proceso. A pesar de contratiempos, como la dana de 2024, el objetivo es lograr respaldo pleno antes de la presentación definitiva a finales de año.
De manera similar, en la Llanada Alavesa, Vitoria-Gasteiz y su entorno han abierto un diálogo público para explorar la posibilidad de convertirse en Reserva de la Biosfera. El proceso está en fase inicial, centrado en la escucha activa y en debates sociales sobre los beneficios y retos que implicaría esta figura de protección para una de las zonas más pobladas que podrían obtener este reconocimiento. La gestión participativa en estos procesos refleja la importancia de reconocer la biosfera como un espacio de convivencia y sostenibilidad.
Estos ejemplos en todo el país muestran un camino firme hacia la sostenibilidad y la gestión participativa, donde la ciudadanía y las instituciones colaboran para proteger recursos naturales, promover la cultura local y abrir oportunidades para el desarrollo rural sin sacrificar la conservación. Un modelo en constante evolución que, a juzgar por estas jornadas, cuenta con el respaldo y la energía necesarios para afrontar los retos del futuro.