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El Ecuador es reconocido mundialmente por su increíble biodiversidad y paisajes montañosos espectaculares, pero hay algo más que marca el carácter geológico de este país andino: los volcanes. Con más de 80 formaciones volcánicas registradas, muchas de las cuales están activas o potencialmente activas, Ecuador se posiciona como uno de los países con mayor densidad volcánica del mundo.
Desde la majestuosa silueta del Chimborazo hasta las constantes erupciones del Sangay o El Reventador, el territorio ecuatoriano es en sí un laboratorio natural para la vulcanología. A continuación, te presentamos un recorrido geológico exhaustivo por los volcanes del Ecuador, incluyendo los nevados, los activos y aquellos ahora dormidos, pero que también cuentan su parte de la historia geológica del país.
La Avenida de los Volcanes: un corredor de fuego andino
La denominada “Avenida de los Volcanes” es una franja volcánica que atraviesa el Ecuador de norte a sur, siguiendo la Cordillera de los Andes. Esta impresionante cadena montañosa está formada por volcanes activos, inactivos y nevados, que se alzan como centinelas silenciosos o rugientes a lo largo del país.
Entre los volcanes más emblemáticos de este corredor se encuentran el Cotopaxi, el Chimborazo, el Cayambe, el Tungurahua y El Altar. Todos ellos juegan un papel importante tanto en el ecosistema montañoso como en la cultura y espiritualidad de las comunidades indígenas locales.
Además del espectacular paisaje que brindan, estos colosos volcánicos también concentran la atención de científicos por su constante actividad o su historia geológica documentada. El hecho de que muchos se encuentren cubiertos por glaciares convierte al Ecuador en uno de los pocos países tropicales con nevados activos.
Clasificación de los volcanes: activos, inactivos y potencialmente activos
Los volcanes ecuatorianos han sido clasificados en distintas categorías según su nivel de actividad y evidencias geológicas. De acuerdo con el Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional, se identifican tres categorías principales: activos, potencialmente activos y extintos (o inactivos).
Un volcán activo es aquel que ha tenido erupciones documentadas en tiempos históricos, es decir, después de la llegada de los españoles en el siglo XVI. Ejemplos conocidos son el Cotopaxi, Reventador, Sangay, Tungurahua y el Guagua Pichincha.
Los potencialmente activos son aquellos que no han tenido erupciones recientes, pero cuentan con registros geológicos de actividad en los últimos 11.800 años (período Holoceno). Aquí se incluyen volcanes como el Cerro Negro o el Antisana.
Por último, los volcanes extintos no han presentado actividad eruptiva en tiempos modernos ni indicios geológicos recientes. Tienen una morfología muy erosionada y están cubiertos por suelos espesos, como es el caso del Pasochoa o el Imbabura.
Volcanes más altos del Ecuador
La altitud de los volcanes ecuatorianos es impresionante, situando al país como un destino privilegiado para andinistas y exploradores geológicos. El volcán Chimborazo se lleva el primer puesto con 6.263 metros de altitud, y lo interesante es que, debido a la forma abultada de la Tierra en el ecuador, su cima es el punto más alejado del centro del planeta.
Le siguen el Cotopaxi (5.897 m), que es también uno de los volcanes activos más altos del mundo, el Cayambe (5.790 m), el Antisana (5.758 m) y El Altar (5.319 m). Todos ellos forman parte de la Cordillera Oriental y Occidental de los Andes y están cubiertos parcialmente por nieves eternas, que alimentan ríos glaciares esenciales para el abastecimiento hídrico.
Debido a su altitud y belleza, estos volcanes son iconos nacionales y forman parte de varias áreas protegidas y parques nacionales.
Volcanes activos y en erupción: vigilancia constante
Según datos del Instituto Geofísico, actualmente Ecuador cuenta con 17 volcanes considerados potencialmente activos, y algunos de ellos están en constante erupción. Entre los más destacados figuran el Reventador, Sangay, Tungurahua, Guagua Pichincha y Cotopaxi.
El Sangay, por ejemplo, ha tenido una actividad eruptiva casi continua durante más de seis décadas. Ubicado en Morona Santiago, este estratovolcán ha generado impactos importantes en la región amazónica por sus constantes emisiones de gases y cenizas.
Otro coloso incansable es el Reventador, que se mantiene en estado eruptivo desde el año 2002. Su última gran erupción alcanzó una columna de ceniza de 17 km de altura y provocó el cierre del aeropuerto de Quito, afectando la infraestructura petrolera del país.
En la actualidad, el Reventador continúa con explosiones diarias, emisiones de ceniza, flujos de lava y piroclásticos, así como anomalías térmicas detectadas por satélites y cámaras térmicas. Se han identificado quebradas en sus flancos por donde desciende material caliente que podría generar lahares en caso de fuertes lluvias.
La vigilancia volcánica incluye el uso de sismómetros, cámaras visibles y térmicas, sensores de gases como el dióxido de azufre y análisis mediante imágenes satelitales. Todo este sistema de monitoreo permite anticipar posibles eventos peligrosos y proteger a las poblaciones cercanas.
Volcanes inactivos y su legado geológico
La mayoría de volcanes en Ecuador se consideran inactivos o extintos, lo que no significa que no tengan importancia geológica o turística. Muchos son destinos naturales visitados por miles de personas cada año por sus lagunas, biodiversidad y paisajes volcánicos únicos.
El volcán Pululahua, por ejemplo, está considerado inactivo, pero su cráter se ha convertido en una caldera habitada y fértil gracias a los suelos volcánicos. La zona está catalogada como Reserva Geobotánica.
El volcán Quilotoa, con su impresionante laguna turquesa, es otro ejemplo de un volcán dormido que deslumbra por su belleza. Su última erupción data del siglo XVIII y actualmente se pueden realizar caminatas alrededor de su cráter.
Otros como el Ilaló, Pasochoa, Mojanda o el Soche, forman parte del paisaje andino y han dejado huellas de su pasado volcánico en forma de valles erosionados, lagunas de cráter y suelos ricos en minerales.
Los volcanes de las Islas Galápagos
No todo está en el continente. Las Islas Galápagos también albergan volcanes activos e inactivos, como parte de un sistema geodinámico único en el mundo. Aquí, el volcanismo no está ligado a la subducción, sino a puntos calientes, como el que dio origen al archipiélago.
Entre los más conocidos están el volcán Wolf (1.710 m), el Cerro Azul (1.640 m), la Sierra Negra (1.124 m) y la Cumbre en la Isla Fernandina, que tuvo su última erupción en 2020.
Estos volcanes siguen activos y son monitoreados por satélites y sensores remotos debido al difícil acceso que presentan. Las erupciones recientes en la región han dejado imágenes espectaculares del flujo de lava llegando al mar.
El monitoreo en Galápagos se ve limitado por la lejanía y la logística, pero sigue siendo clave debido al impacto que puede tener en la biodiversidad única del archipiélago.
El Ecuador es un país moldeado por el fuego interno de la Tierra. Sus volcanes no solo son un espectáculo geológico, sino también una advertencia constante de la dinamismo del planeta. Desde colosos activos como el Reventador o el Sangay, hasta nevados majestuosos como el Chimborazo y volcanes dormidos como el Pululahua, el país andino ofrece un mosaico único de paisajes volcánicos, riesgos naturales y oportunidades científicas. La vigilancia y el estudio de estos gigantes siguen siendo fundamentales para la seguridad y sostenibilidad de las poblaciones que conviven con ellos.
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