Durante los meses de verano, la presencia de medusas en las playas españolas se convierte en uno de los temas que más preocupa a bañistas y autoridades costeras. No es solo una cuestión de incomodidad; la proliferación de especies urticantes como la Pelagia noctiluca o la conocida carabela portuguesa puede llegar a provocar el cierre temporal de zonas de baño y activar protocolos de seguridad en playas de todo el país.
Aunque estos organismos han vivido en nuestros mares desde hace millones de años, cada vez es más habitual encontrarlos en grandes cantidades. Las causas principales son el aumento sostenido de las temperaturas del agua, la disminución de lluvias y cambios en las corrientes marinas, que facilitan su desplazamiento cerca de la orilla.
Avistamientos y banderas de aviso en el litoral
En los últimos días, se ha informado de la aparición de enjambres de medusas en playas del sur, como Marbella, Málaga, Almería y también en puntos del levante como Valencia, Alicante y Mallorca. Este fenómeno se repite en el norte, donde la carabela portuguesa ha obligado a izar la bandera roja o amarilla en arenales vizcaínos y guipuzcoanos como La Arena, Bakio, Laga, Arrietara-Atxabiribil o incluso Hondarribia.
La Cruz Roja y los ayuntamientos han advertido a los bañistas en localidades costeras de la importancia de respetar las indicaciones de las banderas y de extremar las precauciones, sobre todo en presencia de especies altamente urticantes. En algunos arenales, el baño ha llegado a estar prohibido temporalmente por acumulación de medusas o por la llegada de la carabela portuguesa, cuyos tentáculos pueden producir dolorosas reacciones cutáneas.
Incluso cuando no se perciben a simple vista, los cuerpos de socorro recomiendan a quienes se encuentran con medusas o restos de ellas en el agua o la arena, no acercarse y avisar al personal de salvamento. La rapidez en la atención puede minimizar las complicaciones y evitar reacciones graves.
Medusas comunes: identificación y peligros
De todas las especies presentes en aguas españolas, dos destacan por su frecuencia y potencial peligro:
- Pelagia noctiluca: De color rosa o púrpura, fácil de reconocer por su cuerpo semiesférico con verrugas marrones y tentáculos largos que pueden alcanzar hasta 2 metros. Su picadura suele ser extremadamente dolorosa y puede causar problemas cutáneos, e incluso respiratorios o cardiovasculares en casos más graves. Para aprender a identificarla, puedes consultar nuestra guía práctica para detectar medusas en las playas españolas.
- Carabela portuguesa (Physalia physalis): Aunque no es una medusa verdadera sino un sifonóforo, es una de las más temidas por su veneno. Se reconoce por su flotador azul violáceo y tentáculos largos, que pueden provocar dolor intenso y, en ocasiones, complicaciones graves. Para prevenir encuentros peligrosos, revisa las recomendaciones en nuestra sección de .
- Carybdea marsupialis: Una cubomedusa que, aunque menos peligrosa que sus parientes tropicales, causa picaduras muy molestas y frecuentes en verano.
Estos organismos utilizan el mecanismo de inyección de veneno mediante células urticantes, que se activan al mínimo roce. La toxina inyectada puede provocar desde enrojecimiento y erupciones hasta reacciones graves en personas sensibles.
Causas del aumento de medusas y sus efectos sobre el ecosistema
La proliferación de medusas está vinculada a varias causas ambientales. El calentamiento global ha elevado la temperatura media del agua y, junto a una menor afluencia de agua dulce por lluvias, ha cambiado los patrones de salinidad y densidad. Estos factores facilitan que las medusas lleguen a la orilla arrastradas por las corrientes superficiales. Para entender mejor el impacto de estos cambios, consulta nuestro artículo sobre el impacto del cambio climático en el litoral.
Por otro lado, la sobrepesca reduce la cantidad de depredadores naturales de las medusas y de especies que compiten con ellas por el alimento. Se observa así un aumento del número de estos organismos, lo que a su vez afecta el equilibrio del ecosistema marino.
Expertos consultados por el Ministerio para la Transición Ecológica o instituciones como el CSIC apuntan que, si bien la idea de que hay más medusas en el Mediterráneo que en el Atlántico no es del todo exacta, sí son más frecuentes sus avistamientos y acumulaciones estacionales cerca de las playas. Para conocer más sobre fenómenos marinos, visita nuestra sección dedicada a bioluminiscencia en los mares españoles.
Recomendaciones y primeros auxilios ante picaduras
El primer consejo de expertos y socorristas es mantener la calma y alejarse del agua si se observa una medusa. En caso de picadura, evitar remedios caseros como orina, vinagre (salvo para especies concretas), alcohol o amoníaco. Es recomendable:
- Limpiar la herida con agua de mar o suero fisiológico, nunca con agua dulce.
- Retirar, con pinzas o una tarjeta, los restos de tentáculos visibles, evitando el contacto directo con las manos.
- Aplicar frío local (hielo envuelto en un paño) durante un máximo de 20 minutos.
- Proteger la zona del sol y no rascar ni frotar la piel.
- Buscar asistencia en el puesto de socorro si el dolor es intenso, hay afectación general (náuseas, mareos…) o la persona afectada es un niño, anciano o presenta alergias.
Es fundamental recordar que una medusa muerta o sus restos pueden seguir causando picaduras. La atención rápida puede prevenir complicaciones y aliviar los síntomas.