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Desde el Instituto Central Meteorológico a la actual Agencia Estatal de Meteorología

Artículo elaborado por Alejandro Méndez Frades (Jefe del Servicio de Aplicaciones Aeronáuticas de AEMET)

La metamorfosis de una institución pública en una marca coherente con sus valores e inconfundible para sus usuarios constituye un reto estratégico que puede marcar su posicionamiento en el devenir de los próximos años. Esta cuestión adquiere especial relevancia cuando se trata de una organización que presta un servicio ininterrumpido al dictado del interés general y que se encuentra inmersa en un contexto externo tan exigente como cambiante.

Sabedora de los retos que afrontará en los próximos años, la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) presentó el pasado 3 de junio su nueva identidad visual. La simplicidad de sus líneas y el empleo de una estética monocolor constituyen sus dos rasgos más distintivos, con el fin último de convertir a AEMET en una marca moderna, confiable, a la vanguardia de la ciencia y del servicio público, y con aspiraciones a ingresar en la constelación visual de las marcas públicas españolas más icónicas (Renfe, Correos, Paradores, Aena, etc.).

La elección del azul apela al cielo, es decir, el objeto de estudio para el que AEMET se ha consagrado esencialmente a lo largo de su centenaria historia. Por su parte, el empleo de la tipografía Futura, de apariencia limpia y diáfana, trata de evidenciar, en palabras de su autor, Frank Kelly, la idiosincrasia científica de las actividades asignadas a AEMET, orientadas a contribuir a salvaguardar bienes y personas, y de prestar apoyo a la navegación aérea. Lo anterior se acompaña con un mapa de España logotipado sobre el que se ha estampado configuración isobárica, en un pretendido intento de establecer gráficamente esa sinergia entre el Estado (promotor) y su servicio meteorológico (ejecutor de las políticas públicas de índole meteorológica).

Desde su fundación en 1887, AEMET ha contado con cinco denominaciones, fruto del alambicado contexto político y social. La necesidad de crear una imagen distintiva fue relativamente tardía. En las primeras décadas, la documentación oficial estaba timbrada con el escudo del Estado y con el nombre de la dirección general que regía sus designios.

A partir de la Guerra Civil y como consecuencia de su adscripción al Ministerio del Aire, el emblema del Ejército del Aire se convirtió en la imagen gráfica del entonces Servicio Meteorológico Nacional, el cual consistía en dos alas plateadas unidas por un disco rojo sobre el que estaba inscrita los ocho rumbos de la rosa de vientos y orlada, en su parte superior, con una corona real. Durante varios años, la organización meteorológica asumió la imagen visual de su usuario más importante.

En la década de los sesenta aflora el interés de contar con una imagen sintética que caracterizara al Servicio Meteorológico Nacional, un propósito que había sido motivado por la creciente diversificación de sus actividades pues, al margen de la aviación, la meteorología agrícola o marítima fueron ganando peso en el escalafón de la organización. El primer logotipo propiamente dicho era sencillo pues consistía en la inscripción de sus iniciales, no legibles, sobre un dominio circular, denotado en azul.

Con el advenimiento de la democracia, el Servicio Meteorológico Nacional cambió de nombre y de marca en 1978. Pasó a llamarse Instituto Nacional de Meteorología (INM), una denominación que originó una cierta confusión puesto que su precedente, el mencionado Servicio Meteorológico Nacional, ya contaba con una unidad adscrita con el mismo nombre. De esta forma, una parte pasó a denominar a todo el conjunto. La marca visual que identificó al Instituto Nacional de Meteorología apostó por un diseño simple que reproduce las iniciales y que conserva el azul como color distintivo. Esta marca ha sido la más longeva, pues su vigencia se prolongó durante casi tres décadas.

En 2008, el Instituto Nacional de Meteorología pasó a denominarse Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). La nueva identidad visual apostó por un diseño handscript, a juzgar por la pretendida imitación del trazado manual de las letras que conformaban el novedoso acrónimo, y con la inclusión de una serifa o detalle ornamental, en color amarillo, que se situó sobre su letra inicial (“A”). Por primera vez, la paleta de color estaba formada por la combinación de cuatro colores: dos tonalidades de azul (atmósfera), rojo y amarillo (bandera de España). Desarrollado por la empresa “Comunica on line”, este diseño pretendió transmitir calidez y cercanía a la ciudadanía durante sus casi dos décadas de vigencia.

Con el último logo que se ha presentado recientemente, se ha realizado el proceso inverso que se acometió hace casi dos décadas: el retorno al paradigma minimalista y por la preponderancia del azul.

La evolución histórica de la marca visual de AEMET puede resumirse en las siguientes tres conclusiones:

  • El servicio meteorológico de nuestro país ha contado con cinco denominaciones y tres marcas visuales, un hecho que evidencia el carácter cambiante del contexto.
  • La necesidad de contar con un logotipo o imagen característica fue relativamente tardía, conforme a los deseos del servicio meteorológico por mejorar la experiencia con el usuario.
  • La preponderancia del característico color azul, por tratarse de la más esclarecida invocación a la atmósfera.

Paco Gil

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