Inicio » Clima » El ozono troposférico y las partículas en suspensión disparan la preocupación por la contaminación en España durante 2024

Contaminación atmosférica en España

La preocupación por la contaminación atmosférica ha vuelto a situarse en el centro del debate público en España durante el año 2024, impulsada tanto por episodios de altas temperaturas como por la persistencia de elevados niveles de contaminantes en numerosas regiones. El ozono troposférico, en concreto, se ha transformado en el protagonista indiscutible, al haber registrado valores superiores a las medias históricas durante los primeros meses cálidos del año, un fenómeno que, según los expertos, no suele ser habitual hasta pleno verano.

Este repunte en la contaminación coincide con la primavera más cálida de las últimas décadas. De acuerdo con la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), este mes de junio podría cerrarse como el más caluroso desde 1961, circunstancia que favorece la formación y acumulación de ozono troposférico (O3) a nivel del suelo. La radiación solar intensa, las altas temperaturas y los contaminantes precursores generan este gas, especialmente problemático para la salud humana, y su concentración aumenta durante las olas de calor.

El ozono, un contaminante cada vez más extendido

Ozono troposférico alto en ciudades españolas

La formación de ozono a nivel del suelo no proviene de una emisión directa, sino de reacciones químicas entre contaminantes habituales del tráfico y de la industria, en presencia de radiación ultravioleta. Así, el incremento de temperaturas durante olas de calor dispara los episodios de alta concentración de O3. Solo durante los meses previos al verano, las alertas han afectado a regiones como Madrid, País Vasco y Cataluña. Se anticipa que la situación pueda empeorar durante el verano. Madrid figura entre las zonas más afectadas, con repetidas superaciones tanto de los límites legales en vigor como de los previstos en la normativa europea para 2030.

Las consecuencias para la salud son significativas: el ozono puede agravar enfermedades respiratorias como el asma, producir irritaciones en ojos y garganta, e incluso derivar en ingresos sanitarios de personas vulnerables si las concentraciones son elevadas. Niños, mayores, embarazadas y personas con problemas cardíacos o pulmonares son los grupos de mayor riesgo ante estos episodios.

Las partículas en suspensión: un reto persistente

Partículas en suspensión y calidad del aire

Además del ozono, las partículas en suspensión, especialmente PM10 y PM2.5, son uno de los mayores retos ambientales. Estas diminutas partículas, en gran parte procedentes del tráfico, obras y en ocasiones arrastradas desde el norte de África, tienen una elevada capacidad de penetración en el sistema respiratorio y causan efectos negativos tanto a corto como a largo plazo. Recientemente, intrusiones de polvo africano han contribuido a episodios de mala calidad del aire, especialmente en Canarias y regiones de la península.

Las autoridades han recomendado reducir las actividades físicas al aire libre durante los episodios más intensos, sobre todo a personas con afecciones respiratorias, asmáticas o cardiovasculares. Para la población en general, se insisten en medidas preventivas, como priorizar el transporte público y limitar el uso del vehículo privado durante los picos de contaminación.

En ciudades como Barcelona y Valladolid, los servicios municipales activan protocolos específicos cuando se detectan altos niveles de partículas y ozono, solicitando la colaboración ciudadana mediante cambios en los hábitos cotidianos. Sin embargo, asociaciones ecologistas critican que la información y coordinación entre administraciones, en ocasiones, son insuficientes para prevenir riesgos reales.

Impacto en la población, la economía y el medio ambiente

Contaminación, salud y economía en España

Cerca de dos tercios de la población española ha respirado aire que supera los límites legales europeos, lo que representa un gran reto para cumplir las normativas de calidad del aire para 2030. A pesar de algunas mejoras en 2024, como descensos en partículas PM10, PM2.5, NO2 y ozono, la magnitud del problema sigue siendo elevada.

Aproximadamente 30.000 personas mueren prematuramente cada año en España por causas relacionadas con la contaminación atmosférica, según datos de la Agencia Europea de Medio Ambiente. Estos episodios incrementan los costes en salud, afectan la economía y la productividad laboral, y suponen una carga significativa para los sistemas sanitarios.

Desde un punto de vista ambiental, la contaminación atmosférica afecta gravemente la biodiversidad, la producción agrícola y la conservación de espacios protegidos, como ha evidenciado la crisis en parques naturales de España y otros entornos naturales.