La situación de los mares, especialmente el mar Mediterráneo, presenta desafíos ambientales de gran calibre. El aumento de la temperatura superficial del agua, un fenómeno muy relacionado con el cambio climático, está alterando de manera significativa los hábitats marinos y su biodiversidad. Desde hace varios años, se observa cómo las olas de calor marinas se hacen más frecuentes e intensas, superando registros históricos y poniendo en riesgo la vida marina propia de la zona.
En el Mediterráneo, la temperatura ya supera en muchos puntos los 28 grados, con anomalías térmicas superiores a cinco grados respecto a la media habitual para estas fechas. Este proceso, que según los expertos ocurre dos o tres veces más rápido que en otros mares, convierte al Mediterráneo en una especie de «mar tropicalizado». La escasez de intercambio con otros océanos y la elevada radiación solar explican en parte esta tendencia tan marcada.
Las consecuencias directas del calentamiento afectan especialmente a la biodiversidad. Las reservas marinas de zonas como Cabo de Palos e Islas Hormigas, conocidas por su gran riqueza biológica, están ahora en peligro debido al incremento sostenido de la temperatura y otros factores como la sobrepesca y la contaminación. Moluscos, especies autóctonas y praderas de Posidonia oceanica se ven desplazadas o disminuidas, a la vez que proliferan especies invasoras en aguas más cálidas.
La Posidonia oceanica, fundamental para el almacenamiento de CO2, está experimentando un notable retroceso en amplias áreas del litoral. Además, el aumento de la temperatura rompe el efecto regulador que solía enfriar ecosistemas como el Mar Menor, favoreciendo la proliferación de fitoplancton y complicando el equilibrio de la laguna. Las alarmas saltan también por el riesgo de sufrir episodios de hipoxia, con la consecuente mortandad de peces y proliferación exagerada de algas.
Distintas instituciones como la Fundación Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo y el Instituto Español de Oceanografía han alertado sobre la necesidad urgente de una mayor vigilancia y coordinación de las administraciones para proteger estos ecosistemas tan frágiles, tanto a nivel regional como estatal. Solo cuidando la salud de los hábitats marinos se puede mejorar su capacidad de adaptación frente a los cambios acelerados que experimentan hoy en día.
Iniciativas internacionales: nuevos parques marinos en Grecia
Frente a esta situación de alerta ambiental, la creación de grandes parques marinos nacionales está en auge en países del entorno mediterráneo. Uno de los ejemplos más destacados llega desde Grecia, donde se han anunciado dos nuevos parques marinos, uno en el mar Jónico y otro en el mar Egeo meridional. Esta medida responde no solo a las recomendaciones internacionales, sino también a la presión por preservar áreas de alta biodiversidad y valor ecológico.
Estos parques marinos estarán entre las zonas protegidas más extensas del Mediterráneo, con más de 27.000 kilómetros cuadrados dedicados a la conservación y gestión de los recursos marinos. El objetivo es alcanzar la protección de al menos un 30% de las aguas territoriales para el año 2030, adelantándose a los plazos previstos en compromisos internacionales.
En estas áreas se regularán estrictamente las actividades permitidas para proteger los ecosistemas más vulnerables, destacando la prohibición total de la pesca de arrastre, considerada altamente destructiva para los fondos marinos. Además, las medidas se implementarán de la mano de la tecnología, como drones y satélites, que facilitarán el control efectivo del cumplimiento de las normativas.
La colaboración con comunidades locales, pescadores, investigadores y socios internacionales será uno de los pilares para que estos parques se conviertan en un ejemplo de gestión sostenible y protección de la biodiversidad. Los límites de los parques han sido definidos tras rigurosas evaluaciones ambientales y procesos de consulta pública, integrando zonas protegidas ya reconocidas por la red Natura 2000.
Amplias zonas litorales de Grecia buscan así consolidar su prestigio internacional como regiones líderes en protección marina, promoviendo actividades humanas compatibles con la conservación y reintroduciendo prácticas tradicionales que respeten el entorno. Estas iniciativas pretenden ser un modelo a seguir en el Mediterráneo y en Europa.
Pesca responsable y educación ambiental: claves para el futuro de los mares
El éxito de estas políticas depende en gran parte de la concienciación y la educación de la sociedad sobre el valor de los mares. Campañas de sensibilización, como las desarrolladas en Andalucía bajo el lema «Mares que saben», buscan acercar a la ciudadanía la necesidad de una pesca sostenible y el respeto por las tallas permitidas. Estas iniciativas no solo recalcan la importancia de preservar las especies y las tradiciones pesqueras, sino que también insisten en la necesidad de mantener la salud del ecosistema marino en beneficio de todos.
Las actividades educativas y participativas en playas y zonas pesqueras fomentan la implicación de niños y adultos, transmitiendo la importancia de un consumo responsable y el conocimiento de las especies locales. Las campañas suelen contar con talleres, juegos, experiencias gastronómicas y demostraciones de técnicas tradicionales, integrando la cultura y la economía local en el mensaje ambientalista.
La educación ambiental y la regulación de la pesca son fundamentales para resistir el impacto del cambio climático, la presión urbanística y la contaminación, permitiendo salvaguardar la riqueza de los mares mediterráneos para las próximas generaciones.
La protección de los mares requiere esfuerzos coordinados en investigación, gestión y concienciación ciudadana. Solo así podrá garantizarse su biodiversidad, su belleza y todos los bienes y servicios que ofrecen a la sociedad.