Artículo elaborado por Yurima Victoria Celdrán Domínguez, analista predictora en el Grupo de Predicción y Vigilancia de A Coruña
Cada año, entre junio y noviembre, el Atlántico vive su temporada de huracanes, con un pico de actividad entre agosto y octubre. Estos sistemas nacen en aguas cálidas del Atlántico tropical, el Caribe o el Golfo de México, y suelen desplazarse hacia el oeste antes de debilitarse al alcanzar latitudes más frías.
Sin embargo, en los últimos meses España ha recibido tres ciclones —Dexter, Erin y Gabrielle—, ya transformados en borrascas extratropicales, que dejaron lluvias intensas, viento y temporal marítimo. ¿Ha sido siempre habitual que los huracanes lleguen tan lejos? ¿O estamos ante un cambio en los patrones del Atlántico Norte?
¿Qué es un huracán?
Un huracán es un ciclón tropical con vientos sostenidos iguales o superiores a 119 km/h (74 mph), formado sobre aguas cálidas (superiores a 26 °C) y con una estructura organizada alrededor de un núcleo cálido.
Su energía proviene de la liberación de calor latente al condensarse la humedad del aire ascendente, generando un sistema simétrico con bandas espirales y, en muchos casos, un ojo bien definido. En condiciones favorables, pueden alcanzar intensidades extremas capaces de devastar regiones costeras.
Sin embargo, su naturaleza tropical limita su génesis y crecimiento a zonas oceánicas cálidas, por lo que cuando se desplazan hacia el norte comienzan a transformarse.
De huracán a borrasca extratropical: el proceso de transición
Cuando un huracán abandona las aguas tropicales y se desplaza hacia latitudes medias, se ve afectado por la circulación asociada a la corriente en chorro del Atlántico (jet stream) y por la presencia de aguas notablemente más frías. Esta interacción modifica por completo su estructura. La simetría característica se rompe, el núcleo cálido se enfría y la energía del sistema pasa de depender del calor oceánico a los contrastes de temperatura entre masas de aire cálido y frío.
A este fenómeno se lo conoce como transición extratropical, y puede prolongarse durante varios días. En su fase inicial, el ciclón pierde la convección profunda que lo alimenta; después, comienza a adquirir características frontales; y finalmente, adopta una estructura típica de borrasca, con frentes fríos y cálidos. Lejos de debilitarse, en algunos casos estos sistemas se reintensifican debido a procesos de a la dinámica atmosférica de latitudes medias.

Así ocurrió hace apenas un mes con el huracán Gabrielle. Tras alcanzar la categoría 4 en el Atlántico central, inició su transición al acercarse a latitudes medias, reorganizándose en una profunda borrasca antes de llegar a la península ibérica. Su llegada trajo lluvias torrenciales, rachas de viento muy fuertes y un notable mar de fondo en el litoral mediterráneo y el suroeste peninsular. Gabrielle recordó que, incluso cuando pierden su carácter tropical, estos sistemas pueden seguir siendo intensos y peligrosos al interactuar con la circulación atmosférica de su entorno.
Antiguos huracanes que han llegado a España en las últimas temporadas
Aunque pueda parecer sorprendente, España no es ajena al impacto de sistemas tropicales transformados en borrascas extratropicales. En las últimas décadas, varios huracanes y tormentas tropicales del Atlántico han sobrevivido lo suficiente como para alcanzar nuestras latitudes, trayendo consigo lluvias intensas, vientos fuertes y temporales marítimos.
Desde finales del siglo XX, el listado de estos visitantes atlánticos es extenso:
| Nombre del Ciclón | Fecha | Tipo al llegar a España | Impacto Principal |
| Arlene | agosto 1987 | Antiguo huracán/borrasca extratropical | Restos tocaron tierra en la península ibérica |
| Frances | octubre 1992 | Tormenta tropical | Alcanzó España como tormenta tropical |
| Jeanne | octubre 1998 | Antiguo huracán/borrasca | Llegó tras pasar por las Azores, sin daños relevantes |
| Vince | octubre 2005 | Tormenta tropical | Tocó tierra en Huelva; primer huracán registrado llegando desde el Atlántico |
| Delta | noviembre 2005 | Tormenta tropical | Llegó a Canarias; racha récord en Izaña (248 km/h) |
| Gordon | septiembre 2006 | Antiguo huracán/borrasca | Impactó en Azores y se desplazó cerca de la costa gallega |
| Ophelia | octubre 2017 | Antiguo huracán/borrasca | Generó fuerte temporal marítimo |
| Helene | septiembre 2018 | Tormenta tropical/borrasca | Provocó temporal de oleaje en el noroeste peninsular |
| Leslie | octubre 2018 | Antiguo huracán/borrasca | Afectó Portugal y oeste de España con fuertes vientos |
| Lorenzo | septiembre 2019 | Antiguo huracán/borrasca | Categoría 5 en el Atlántico; olas de 6-7 m en Galicia y Cantábrico |
| Pablo | octubre 2019 | Tormenta tropical | Apenas afectó Galicia con un frente débil |
| Sebastien | noviembre 2019 | Tormenta tropical | Efectos menores en el noroeste español |
| Paulette | septiembre 2020 | Huracán/borrasca | Persistente en Atlántico, sin impacto directo |
| Alpha | septiembre 2020 | Tormenta subtropical | Tocó tierra en Portugal; lluvias y viento en noroeste peninsular |
| Barra | diciembre 2021 | Borrasca extratropical | Provocó inundaciones en Navarra |
| Franklin | 2023 | Antiguo huracán/borrasca | Llegó al norte de España y Baleares; lluvias intensas y oleaje |
| Kirk | 2024 | Antiguo huracán/borrasca | Afectó Galicia y Cantábrico con vientos fuertes y lluvias persistentes |
| Dexter | agosto 2025 | Tormenta tropical postropical | Orimer ciclón postropical que alcanzó Europa en la temporada 2025 |
| Erin | agosto 2025 | Antiguo huracán/borrasca | Provocó lluvias, tormentas y descenso térmico en España |
| Gabrielle | septiembre 2025 | Antiguo huracán/borrasca | Tocó tierra en península Ibérica; lluvias intensas, vientos fuertes y temporal marítimo |
Aunque históricamente la llegada de huracanes a España era un fenómeno aislado, los registros recientes muestran una frecuencia creciente. El Atlántico se está calentando, lo que permite que los sistemas tropicales mantengan su energía durante más tiempo. A su vez, los cambios en los patrones atmosféricos facilitan su desplazamiento hacia el noreste, acercándolos a Europa.
En los últimos cinco años (2021–2025), los ejemplos son especialmente ilustrativos:
- 2021: La borrasca Barra causó inundaciones en Navarra, recordando que un sistema extratropical puede ser muy destructivo aun sin características tropicales activas.
- 2023: Los restos del huracán Franklin alcanzaron el norte peninsular y Baleares, dejando lluvias intensas y oleaje significativo.
- 2024: El antiguo huracán Kirk, que llegó a ser categoría 4, afectó a Galicia y el Cantábrico con fuertes vientos sostenidos y precipitaciones abundantes.
- 2025: Una de las temporadas más activas de los últimos años. Tres ciclones —Dexter, Erin y Gabrielle— alcanzaron España o sus proximidades, provocando desde tormentas y descensos térmicos hasta temporales marítimos severos.
Estos casos recientes evidencian una realidad cada vez más clara: los restos de huracanes están llegando con mayor frecuencia e intensidad a España. Aunque pierdan su estructura tropical, al interactuar con las masas de aire y la dinámica atmosférica continental pueden reactivarse y seguir siendo sistemas meteorológicos muy activos. La comparación con décadas pasadas muestra un cambio evidente: lo que antes eran episodios aislados, hoy se está convirtiendo en una pauta recurrente.

¿Está el cambio climático detrás de la creciente presencia de huracanes —o sus restos— cerca de Europa?
Por ahora, la ciencia no tiene una respuesta definitiva. La relación entre el calentamiento global y la actividad ciclónica es compleja, y los estudios más recientes ofrecen matices importantes.
Algunos modelos sugieren que el aumento de la temperatura global podría reducir el número total de huracanes. El motivo: una atmósfera más cálida tiende a generar mayor cizalladura del viento y mayor estabilidad, dos factores que dificultan la formación de ciclones tropicales.
Sin embargo, hay consenso en otro punto clave: los huracanes que sí se formen serán más intensos. Se prevé que produzcan lluvias más torrenciales, vientos más potentes y marejadas ciclónicas más elevadas, lo que aumentará su potencial destructivo incluso si su frecuencia disminuye.
Además, el calentamiento del océano Atlántico está permitiendo que los sistemas tropicales mantengan su energía durante más tiempo y se desplacen hacia latitudes más altas. Donde antes se debilitaban rápidamente, ahora pueden sobrevivir y transformarse en borrascas extratropicales activas. Según estimaciones de la NOAA, un escenario de calentamiento global de +2 °C podría implicar:
- Un aumento del 10–15 % en la precipitación asociada a huracanes.
- Un incremento de hasta un 10 % en la velocidad del viento en los de categorías 4 y 5.
Aun así, no puede afirmarse con certeza que la llegada de antiguos huracanes a España sea una consecuencia directa del cambio climático. En juego están también las oscilaciones naturales del sistema climático, como El Niño, La Niña o la Oscilación del Atlántico Norte (NAO), que modifican los patrones de circulación y las trayectorias de los ciclones.
Por ahora, lo que sí se observa es una tendencia clara: más sistemas tropicales logran alcanzar el Atlántico Norte y, en algunos casos, incluso Europa.
Si este patrón responde a una nueva realidad climática o a una fase natural dentro de la variabilidad del Atlántico, solo el tiempo —y la investigación continua— lo dirán con certeza.











