El volcán Kilauea, considerado uno de los más activos del planeta, ha vuelto a captar la atención internacional tras una nueva explosión registrada en el cráter Halemaʻumaʻu, dentro del Parque Nacional de los Volcanes de Hawái. Durante la madrugada de este miércoles, la naturaleza volvió a mostrar su fuerza al liberar enormes fuentes de lava que iluminaron el cielo hawaiano y reavivaron la vigilancia de las agencias volcánicas.
La reciente actividad eruptiva supone el episodio número 30 de este ciclo eruptivo intermitente que comenzó a finales del pasado diciembre. Desde entonces, los expertos del Observatorio de Volcanes de Hawái y el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) han seguido de cerca cada fase, documentando tanto la intensidad como la evolución de las emisiones volcánicas.
Intensa actividad en el Halemaʻumaʻu
En esta ocasión, las columnas de lava han alcanzado alturas de entre 45 y 90 metros, un fenómeno recogido en tiempo real por las cámaras de vigilancia del USGS. La lava emergió principalmente del respiradero norte del cráter, cubriendo ya aproximadamente un 20% del fondo de Halemaʻumaʻu. Además, se ha detectado la apertura de una nueva fisura en la zona sur, acompañada por pequeños sismos y variaciones en el terreno que reflejan la dinámica interna del volcán.
Todas las manifestaciones eruptivas se han mantenido contenidas dentro del cráter Halemaʻumaʻu, lo cual es una buena noticia tanto para los habitantes de la isla como para los turistas. El Parque Nacional de los Volcanes de Hawái sigue siendo seguro fuera de las zonas de exclusión y, de acuerdo con las fuentes oficiales, no se registran afecciones en los aeropuertos principales de la isla, como los de Keahole y Hilo.
Alerta naranja y control de riesgos
El USGS, consciente del potencial peligro que suponen estos episodios, ha decidido mantener el nivel de alerta en vigilancia y el código naranja para la aviación. Con ello se busca reducir el riesgo de que las columnas de ceniza puedan afectar el tráfico aéreo, pues estas emisiones pueden alterar la visibilidad y las rutas de vuelo cercanas al archipiélago.
Las autoridades han destacado que la mayor amenaza para la salud pública está relacionada con la emisión de gases volcánicos, particularmente el dióxido de azufre (SO₂), y la formación de vog (neblina volcánica). Estas sustancias pueden llegar a las zonas cercanas bajo ciertos patrones de viento, por lo que se recomienda precaución a poblaciones vulnerables como personas con enfermedades respiratorias, niños o embarazadas.
Otra consecuencia de estos eventos es la presencia de partículas finas de ceniza y lo que popularmente se conoce como cabellos de Pele, fibras delgadas de vidrio volcánico que pueden causar irritación en piel y ojos si no se toman las precauciones adecuadas, tanto en residentes como en visitantes.
Una secuencia eruptiva breve pero intensa
La actividad del Kilauea en estos meses ha presentado un patrón de explosiones de corta duración, generalmente de menos de un día, seguidas de breves pausas antes de un nuevo episodio. Este comportamiento refleja la naturaleza impredecible del volcán, pero también la experiencia y capacidad de respuesta de los equipos científicos locales en la medición y comunicación de los riesgos asociados.
Por el momento, y a pesar de la espectacularidad del fenómeno, las autoridades han querido recalcar que el turismo y la vida en las cercanías no sufren alteraciones graves. Solo se ha pedido a la población estar atenta a los comunicados oficiales y evitar áreas restringidas para garantizar su seguridad.
La actividad reciente del Kilauea evidencia la continua dinámica geológica de Hawái, que siempre recuerda la presencia activa de la naturaleza en esta región. Gracias a la labor de monitoreo e información de las instituciones científicas y la colaboración de la comunidad, el seguimiento de este fenómeno se mantiene bajo control, permitiendo admirar uno de los paisajes más impresionantes del planeta con la debida precaución.