Inicio » Clima » El verano más seco: crisis hídrica y sus efectos en la agricultura, clima y salud ocular

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El verano de 2025 está dejando una huella de sequía y calor sin precedentes en diversas regiones de España, generando preocupación tanto en el sector agrícola como en la vida diaria de la población. Las restricciones de agua, las altas temperaturas y la falta de lluvias han puesto en jaque a comunidades enteras que dependen de unos recursos hídricos cada vez más escasos.

Zonas como la provincia de Alicante y la región de Asturias viven actualmente uno de los periodos más áridos registrados en las últimas décadas. La escasez de precipitaciones y la gestión política del agua han acentuado la tensión entre territorios, impactando especialmente en el campo, la industria y el turismo, sectores vitales para la economía local.

Situación límite para la agricultura y el abastecimiento

En Alicante, los niveles de agua embalsada han caído hasta un preocupante 25 % de su capacidad, dejando únicamente 81 hm³ almacenados en la cuenca del Segura. Mientras otras grandes cuencas hidrográficas como el Tajo, el Ebro y el Duero presentan cifras superiores al 80 %, el Segura apenas supera el 30 %, consolidándose como la más afectada del país. Los agricultores ya enfrentan recortes de hasta el 35 % en las dotaciones de riego, y se reduce drásticamente la cantidad de agua destinada desde el trasvase Tajo-Segura, lo que pone en peligro el futuro inmediato del campo alicantino.

Las restricciones políticas al trasvase y el endurecimiento de los caudales ecológicos han desencadenado un enfrentamiento entre las comunidades autónomas implicadas y el Gobierno central, mientras que el sector agrícola denuncia la falta de soluciones y exige medidas urgentes para garantizar la seguridad hídrica y el mantenimiento de los cultivos.

Clima anómalo: temperaturas extremas y sequía récord

El déficit de lluvias ha sido especialmente acusado este año en regiones como Asturias. Los datos meteorológicos de la Agencia Estatal de Meteorología confirman que junio resultó ser extremadamente cálido, con una temperatura media regional de 18,7 grados, casi tres grados por encima del promedio histórico. En cuanto a las precipitaciones, solo se recogieron 28,4 litros por metro cuadrado, un 59 % menos de lo habitual para este mes, situando al presente curso hidrológico entre los más secos desde 1961.

En otras zonas como Durangaldea, las temperaturas máximas alcanzaron los 38,1 °C en varias jornadas, superando ampliamente los registros de los últimos años. La cantidad de lluvia recolectada descendió bruscamente, acentuando la aridez del entorno y sus efectos en la vegetación y los recursos hídricos disponibles.

Consecuencias sociales y económicas de un entorno seco

La falta de agua ya tiene consecuencias directas sobre la vida de los habitantes y la actividad empresarial. Las empresas localizadas en zonas tradicionalmente regables comienzan a desplazar sus inversiones hacia otros territorios con mayor garantía de suministro hídrico, mientras algunos municipios enfrentan una emergencia sin precedentes, con acuíferos prácticamente agotados y caudales fluviales reducidos al mínimo.

El conflicto por el reparto de los recursos hídricos trasciende lo técnico. Alcaldes, sindicatos agrarios y organizaciones de regantes han alzado la voz para reclamar un replanteamiento de la gestión del agua, defendiendo la prioridad de la producción agrícola y el abastecimiento humano ante las restricciones y los cambios normativos impuestos por el Gobierno central.

Salud: aumento de síntomas del síndrome de ojo seco

La situación de sequía y calor extremo no solo afecta al ámbito medioambiental y económico. La salud ocular de la población se ve amenazada por el aumento del síndrome de ojo seco. Durante los meses de verano, factores como el aire acondicionado, la exposición prolongada a pantallas y la radiación solar incrementan la evaporación de la lágrima natural, generando molestias, irritación y visión borrosa en muchas personas.

Expertos recomiendan proteger los ojos con gafas homologadas, mantener una buena hidratación y usar lágrimas artificiales. También es fundamental realizar pausas frecuentes en el uso de dispositivos electrónicos y utilizar humidificadores cuando el ambiente sea demasiado seco. El cuidado temprano de la salud ocular ayuda a prevenir complicaciones derivadas de la deshidratación ambiental y la exposición al calor.

El verano de 2025 se consolida como uno de los más secos y cálidos de la historia reciente, mostrando claramente la necesidad de adaptar la gestión de los recursos a las nuevas condiciones climáticas. Las dificultades que atraviesan tanto el sector agrícola como la sociedad en general requieren de una respuesta coordinada y soluciones efectivas para afrontar los retos que plantea la escasez de agua y las olas de calor que se prevén con mayor frecuencia en el futuro.